viernes, 10 de julio de 2015

MAESTRO MASON

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MAESTRO MASON

El Tercer Grado es el símbolo natural de la perfección humana,que se consigue por medio del desarrollo personal y por el triunfo sobre todas las debilidades humanas.
Maestro – en latín, Magíster – significa que es más, más sabio,más elevado y bueno.
No se trata, como cree la mayoría, de un grado o un título concedido.
Ser maestro es algo más que conocer las palabras y hacer los signos de este grado: es la realización de la cualidad , que es para el hombre, la Suprema Conquista a la cual puede aspirar. Aquella Conquista que se halla simbolizada por el místico ramito con el cual los maestros masones se jactan haber trabado directo conocimiento.
Su trascendencia se halla demostrada también por el hecho de que las palabras y signos que se comunican en este grado se consideran como meros substitutos de las palabras y signos reales, los que,evidentemente, deben ser buscados y encontrados individualmente, por medio de un esfuerzo personal.
La Ignorancia, el Fanatismo y la Ambición que mantienen al hombre en un estado de inferioridad y esclavitud moral han de ser individualmente vencidos y superados, después de haberlos reconocido como malos compañeros en el recinto interior de nuestro ser, para que la verdadera palabra perdida por causa de estos tres enemigos naturales del hombre pueda encontrarse, escondida bajo aquel ramo, manifestando la Fuerza Omnipotente.
Ser Maestro Masón, es ser Hombre intelectual, con sabiduría, no solo por los conocimientos adquiridos dentro y fuera de la Orden,sino también por la experiencia de la vida que le permite la superación espiritual, precisamente por esa combinación de conocimientos que adquiere un Hombre ya calmo y reflexivo, propio de una transitada edad biológica natural; capaz de seguir una regla de conducta firme y con coherencia,especialmente, entre lo que piensa y lo que hace y que indudablemente le permitirá adquirir la virtud de ser Integro,porque la integridad en un Masón, genera confianza, la confianza genera influencia y la influencia es sinónimo de liderazgo.
El Masón, y principalmente el M.:M.: debe ser siempre un líder en su vida.
Ser Maestro es poseer la cualidad de conquistar por propio esfuerzo la suprema autoridad, que barrió la Ignorancia, el Egoísmo y el Miedo, los cuales mantienen al hombre en un estado de inferioridad y esclavitud.
El Tercer Grado – el de Maestro Masón – es el grado de la exaltación por el merecimiento, no obstante, sin este merecimiento y esfuerzo, nadie puede ser Maestro, aunque lo exalten diez veces o le otorguen cien diplomas.
La Masonería es un hecho de la Naturaleza y, siendo un hecho de la Naturaleza, sus fenómenos, enseñanzas y prácticas tienen que repetirse en y dentro del cuerpo humano, templo vivo del GADU:.
El Grado de Maestro tiene un doble sentido: individual y colectivo- inseparables como aspectos interior y exterior de una misma cosa, esto es, lo que se hace interiormente, se vuelve fuerte y material exteriormente.
Es preciso ser oro, para fabricar oro.
Para multiplicar los talentos, es necesario poseer talentos.
El profano tiene que dar el diezmo, según la Ley; no obstante, el Maestro tiene que dar todo.
El Servicio del Maestro se distingue por su Amor.
Su salario, interior y exterior, es fruto de este Amor;de manera que Amor y Salario son una naturaleza en el Maestro yno un diploma de grado, que le otorgan las logias y autoridades.

FELIZ DIA MAESTRO MASÓN. !!!
FRATERNALMENTE.
R:.L:.S:. SHAMBALA N° 65

¿PARA QUÉ PUEDE SERVIR UNA LOGIA MASÓNICA?

Foto de R.·. L.·. Francesc Ferrer i Guardia nº 1821.
¿PARA QUÉ PUEDE SERVIR UNA LOGIA MASÓNICA?

Para entender mejor para qué sirve una logia masónica, debemos recordar qué es un Templo y una asamblea de masones.

Un Templo masónico es una representación del universo. El sol, la luna, las estrellas en el firmamento, la alusión a la tierra por el ángulo de la plomada, de la piedra bruta y de los metales, las referencias a los cuatro puntos cardinales, etc., están allí para nosotros y nos hacen pensar constantemente. Es un universo cerrado, alejado de todos los demás. No hay ventanas, o bien, si hay una como en la alfombra de la logia, está cerrada. Para los Francmasones, el universo es un universo delimitado y cerrado.

Un Templo masónico es, al mismo tiempo, una representación de la sociedad humana. En efecto, el Templo no es solamente el espacio acondicionado que nos rodea, sino también el conjunto de los Hermanos que lo habitan. En cada tenida, los rituales nos recuerdan que el movimiento masónico ha sido creado para reunir a todos los hombres de valor, sin discriminación de raza, condición o convicción y presagiar así una nueva y armoniosa humanidad, reunida en la fraternidad. La estructura de la logia, con sus jefes, vigilantes y obreros, se inspira en la forma de organización de todas las sociedades humanas.

Los talleres masónicos tienen una jerarquía, tal como las sociedades profanas y, al mismo tiempo, transmiten ideales de libertad para todos, de igualdad y de fraternidad. Esto puede parecer contradictorio. Los dignatarios de la logia tienen ciertas facultades y todos sus Hermanos deben guardarles respeto: no es por casualidad que el Venerable Maestro trata de usted a sus oficiales. No obstante, podemos hablar con absoluta libertad a cada Hermano, independientemente de su cargo o de cualquier otro criterio. El derecho a llevar una espada simboliza esta igualdad, que no tiene en cuenta en absoluto la diversidad de nuestras posiciones sociales o masónicas. (Cabe recordar que, en la época en que en el mundo profano solamente los aristócratas tenían derecho a llevar estas armas, en la logia compartían con gusto este derecho con todos sus Hermanos).

Por último, el Templo es una representación de cada uno de nosotros, ya que en tanto que hombres somos no solamente una parcela del universo y una parte de la humanidad, sino también un universo entero que nos pertenece. Al afirmar que el hombre es un universo, pienso en el hecho de que cada uno de nosotros está compuesto de millones de genes (huellas de nuestros antepasados), células, neuronas, que cada uno de nosotros aloja innumerables seres vivientes y que toda esta diversidad, comparable a la diversidad de la humanidad o de la tierra, con todo lo que ella lleva y nutre, y que todo esto está perfectamente organizado.

En consecuencia, el Templo es a la vez representación del universo, de la humanidad y del hombre. Nos recuerda con fuerza nuestro apego a los demás y los vínculos que nos unen a la tierra y a los mundos más allá de nuestro planeta.

martes, 7 de julio de 2015

Alquimia de metales, alquimia interior

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Alquimia de metales, alquimia interior
POR DAVID TOPÍ
Es posible que muchos hayáis oído hablar de la alquimia, una milenaria ciencia que, Hermes Trimegistos, padre de muchas de las tradiciones y enseñanzas esotéricas que llegan a nuestros tiempos con el nombre de “herméticas”, parece haber “sacado a la luz” bajo la forma de alegorías y metáforas, dando claves a aquellos iniciados en los misterios de la vida, la naturaleza y el universo, para conseguir cambios en su interior, en su psique, en su alma, a través de la transformación de “metales” (cualidades) inherentes al ser humano.
Para aquellos que buscaban realmente la piedra filosofal y la transmutación literal de metales como el plomo en oro, los libros de Ramón Llul, de Flamel, de Fulcanelli o de otros alquimistas medievales eran un sinfín de laberintos inescrutables, imposibles de descifrar, pues, de hecho, aunque quizás existiera y tuvieran la formula para ello, la verdadera alquimia, enseñada y trasmitida por escuelas herméticas, esotéricas, iniciáticas, no es otra que la de la transformación del hombre para convertirse en algo superior, más elevado, más avanzado.
Desde Khem
La alquimia proviene de Egipto, y así su nombre lo indica. “Al-Khem” significa “desde Khem” (el prefijo al– es, en castellano, un “desde” o “relacionado con”) y a su vez “fuera de la oscuridad”, siendo “Khem” un termino que significa “negro” en egipcio antiguo, y que era a su vez el nombre usado para el mismo país, Egipto, llamado “oscuro” u “oculto”. De ahí que todo lo que salía o provenía de las tradiciones o conocimientos ocultos egipcios provenía de Khem, y entre ellos, el mas importante o uno de los mas importantes, la “alquimia”.
Las enseñanzas alquimistas se han hecho siempre mediante alegorías, como os decía, siendo una alegoría una información críptica, en forma de poema, de cuento, de metáfora, que tenia que ser interpretada y decodificada correctamente para poderla llevarla a la práctica y extraer sus lecciones y conocimientos, impidiendo así que fueran revelados y, quizás, mal usados, por aquellos no instruidos y preparados para ello a lo largo de los tiempos.
Transformando al ser humano
En la tradición alquímica, se da por sentado que todos los componentes que forman al ser humano, que son llamados “metales base” pueden ser transformadas de un estado a otro. La transformación y transmutación de metales, así, corresponde a la transformación de cualidades en el ser humano, mediante profundos e internos procesos. Cada metal de cada libro de alquimia corresponde a una modalidad o nivel de la conciencia humana y, el oro, como metal a obtener, corresponde a la conciencia sublime, máxima, pura. La clasificación de los metales según los alquimistas iba desde los más bastos e imperfectos (más alejados de la conciencia “esencial” y pura de la Creación) con los más refinados y cercanos a ese “oro” espiritual y evolutivo que se pretendía alcanzar. Así, el alquimista pretende eliminar de si mismo esos metales bajos (cualidades) de sus pensamientos (cuerpo mental, conciencia, esferas mentales), de sus emociones (cuerpo emocional), y de sus acciones (etérico, físico), transmutando todas esas imperfecciones para llevarlas hacia un alineamiento con las leyes naturales de funcionamiento de la Creación, como os explicaba hace un par de artículos.
Cuando esto se conseguía, se había obtenido “oro”, el estado deseado, se había conseguido transmutar el plomo en la sustancia perfecta. Como podéis ver, el método de funcionamiento es, en base, igual a muchas técnicas de sanación “modernas”, eliminar lo negativo del ser humano, transmutar lo negativo y pesado, para convertirlo en positivo y elevado, si hablamos de forma simple, pero bastante acertada, referidos a la programación que llevamos a cuestas en las esferas mentales, a miedos no procesados, a sistemas de creencias limitantes o dogmáticos, etc.
Simbolismo y correspondencias
Algunos de los símbolos y fuerzas usadas en alquimia son conocidas por todos: la tierra, que representa para el proceso alquímico los talentos y recursos naturales en una persona; el aire, que representa su intelecto, su conciencia, su mente; el agua, que representa sus emociones, intuición y creatividad; el fuego, símbolo para la acción, el poder de voluntad y coraje para el cambio de esa persona, y para que esa persona pueda producir cambios en el mundo; y el éter, Akasha o quinto elemento, como la esencia divina en todos nosotros que nos asiste en el cambio y transformación.
Un término usado en los libros de alquimia es el de la “Prima Materia”, la materia inicial, la sustancia base desde la cual se parte en el proceso de transformación. Una de esas substancias iniciales, entre otras, era la plata, cuya contrapartida esotérica es el aspecto femenino e intuitivo de la psique ( y la Luna en su aspecto astrológico), incluyendo los atributos de la intuición, la sabiduría interna, la compasión, la apertura de miras. El hecho de querer transmutar la plata en oro era el proceso de despertar en el alquimista estas cualidades, básicas y necesarias para conseguir la “conciencia pura” o “iluminada”. Una persona que no desea abrirse a su intuición, a su conocimiento interno, a aprender de si mismo, no podía llegar nunca a ese estado de “iluminación” y “conexión con la Fuente”.
¿Y como se produce esta transmutación? La alquimia habla de un potente agente, elemento catalizador, que ha sido llamado o explicado alegóricamente como el Elixir de la Vida, la Piedra Filosofal, o la Quintaesencia. Y esta piedra filosofal no es otra cosa que la chispa divina en cada uno, nuestro ser, mónada o esencia, presente en todos y en todo, y detonante, como ya habréis podido ver, si me vais siguiendo en los artículos, de todo cambio profundo en el crecimiento del ser humano, pues no hay cambio ni transformación si no hay una energía pura, cuántica, de la propia Fuente, que lo dirija.
Lo mejor de todo es que todos llevamos una piedra filosofal y un elixir de la vida alegórico en nosotros mismos, pero nunca han querido que lo sepamos y lo encontremos. Quizás va siendo hora de traer desde Khem los procesos para ello, y saquemos a la luz como convertir todos nuestros metales pesados en oro, algo que veremos como lo hacían los alquimistas por fases en el próximo artículo.

lunes, 6 de julio de 2015

LA MASONERÍA EN LA OBRA DE RENÉ GUENÓN


LA MASONERÍA EN LA OBRA
DE
RENÉ GUENÓN

Francisco Ariza

Esta conferencia formó parte de la "Semana Guenoniana de Buenos Aires.
René Guénon, Testigo de la Tradición",
celebrada en la Biblioteca del Congreso de la Nación en Agosto de 2001.
Las jornadas estuvieron coordinadas por Emilio J. Corbière.

Quienes han leído y estudiado la obra de René Guénon, habrán sin duda reparado en las muchas veces que en ella se alude al simbolismo masónico y a la Masonería en general. En efecto, aunque Guénon no escribió ningún libro dedicado explícitamente a la Masonería sus referencias a ésta son constantes, hasta el punto de que casi todo lo que sobre ella escribió ha llegado a conformar, una vez reunido, dos gruesos volúmenes de más de seiscientas páginas publicados bajo el título de Etudes sur la Franc-Maçonnerie et le Compagnonnage, cuya primera edición data de 1964, trece años después de la desaparición de su autor.

Pero antes de esa recopilación se llevaron a cabo otras en donde se incluyeron también artículos tratando de la Masonería, como es el caso de Initiation et Réalisation Spirituelle, que contiene dos: "Sobre la 'Glorificación del trabajo'" y "Trabajo iniciático colectivo y 'presencia' espiritual". Asimismo en Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, aparecido por primera vez en 1962, tenemos varios capítulos de contenidos y títulos claramente masónicos: "La letra G y el svástika", "Acerca de los dos San Juan", "La 'piedra angular' ", "Reunir lo disperso", "Piedra bruta y piedra tallada", "La cadena de unión", "El 'cuatro de cifra' " y "El ojo que lo ve todo". En este último volumen, que está dividido en varias secciones, también hay otros capítulos que aunque no sean estrictamente masónicos, sí aluden a la Masonería, especialmente en aquellos que han sido agrupados bajo el nombre de "Simbolismo constructivo", e igualmente en "Simbolismo de la forma cósmica", "Simbolismo axial y simbolismo de pasaje" y "Simbolismo del corazón".

Sin embargo no se queda aquí todo lo que Guénon escribió sobre la Masonería. Tendremos en cuenta también las referencias que sobre ésta existen en otros libros editados en vida del autor. Hablamos de El esoterismo de Dante, El Rey del Mundo, La crisis del mundo moderno, El reino de la cantidad y los signos de los tiempos, Apreciaciones sobre la iniciación y La Gran Tríada.

En este libro, que es por cierto el último que publicó Guénon (1946) hallamos varios capítulos donde menciona algunos datos importantes de la simbólica masónica relacionados con la cosmogonía hermético-alquímica y el taoísmo, tradición que Guénon conocía perfectamente, pues según algunos de sus biógrafos había sido iniciado en ella por los mismos años en que también obtuvo la iniciación masónica e igualmente la sufí. Por otro lado, es sabido que junto al taoísmo, la fuente principal de donde Guénon extrajo sus conocimientos sobre la metafísica fue sobre todo la tradición hindú, como se ve reflejado en dos de sus libros más emblemáticos: El hombre y su devenir según el Vedanta (1925) y Los estados múltiples del ser (1933).

Naturalmente no es nuestra intención hablar de todos los artículos y libros donde Guénon abordó el tema masónico, pues esto exigiría unos desarrollos que estarían fuera de lo que es el marco de una conferencia. Lo que pretendemos es simplemente señalar que en la obra de Guénon la Masonería ocupa un lugar muy importante, y siempre está presente en mayor o menor medida allí donde trata de los grandes temas de la Filosofía Perenne y la Ciencia Sagrada, revelados a través de los símbolos cosmogónicos y metafísicos que han dado su estructura y su ser a todas las culturas y civilizaciones a lo largo de la historia, y que ciertamente están también en los fundamentos de la cultura occidental, aunque hoy en día apenas nos percatemos de ello.

Por eso mismo es imposible separar la parte de esa obra dedicada a la Masonería de todo lo demás, pues una cosa de la que se da cuenta cualquiera que la haya leído con atención y sin prejuicios de ningún tipo es de que ella conforma un todo unitario, vertebrado en torno a un eje que no es otro que la exposición de la doctrina metafísica, y que a partir de ese punto de vista más elevado, verdadera piedra angular de la obra guenoniana, se organiza y adquiere un sentido coherente todo el resto. De ahí que el lector masón deba tener en cuenta "toda" la obra guenoniana y no sólo una parte de la misma si quiere entender en profundidad lo que en ella se dice acerca de la propia Masonería y su simbólica. En este sentido, para dicho lector el conjunto de esa obra pasará a ser una verdadera guía intelectual, que en un primer momento despertará en él el interés por sus símbolos y ritos, y posteriormente contribuirá de manera gradual al conocimiento de las ideas que a través de ellos se expresan y transmiten, coadyuvando así a su propia realización interior y personal.

Pongamos un ejemplo de lo que decimos. Anteriormente, cuando mencionamos la obra masónica de Guénon, no dijimos nada de El Simbolismo de la Cruz (1931), sencillamente porque en él no se menciona en ningún momento a la Masonería (excepto una leve mención en una nota del cap. IV a J. M. Ragon y su Ritual del grado de Rosacruz), y en este sentido no estaría incluido dentro de ese índice. Y sin embargo se trata de uno de los libros de Guénon donde más se habla de geometría, ciencia en la que se fundamenta el arte de la arquitectura y que los antiguos masones identificaban con la propia Masonería. Por tanto aunque a ésta, como decimos, ni se la nombre, no por ello deja de estar presente de manera implícita en casi todo lo que allí se dice y se sugiere.

Ciertamente la cruz es un símbolo universal, y en este sentido lo que él expresa y manifiesta (nada menos que la estructura del cosmos y los principios de orden metafísico de los que esa estructura extrae toda su realidad) ha estado presente en todas las culturas sagradas y escuelas iniciáticas de la humanidad desde tiempo inmemorial. Por lo tanto también está en la Masonería, y por eso creemos que para un masón este libro puede reportarle unas enseñanzas que sin duda van a serle de una ayuda inestimable para conocer en profundidad la simbólica de su Orden, especialmente aquellas que se relacionan directamente con el simbolismo constructivo, en el que la geometría, en efecto, desempeña un papel esencial en tanto que vehículo de la Idea misma de la construcción, aquella que los masones llaman el Gran Arquitecto o Gran Geómetra del Universo. ¿Cómo entonces, nos preguntamos, no se iba a hablar de la Masonería en el libro más "geométrico" de Guénon?

Está claro que sí se habla; por ejemplo, en el mencionado cap. IV, titulado "Las direcciones del espacio", reconoceremos inmediatamente que todo lo que allí se dice tiene una relación directa con la simbólica de la orientación de la logia, que es en sí misma una imagen simbólica del Mundo, y dentro de la cual los masones se trasladan de Oriente a Occidente, de Mediodía a Septentrión, teniendo como referencia constante el centro de la misma, por donde pasa la dirección vertical Cénit-Nadir que une lo más alto de los cielos con lo más profundo de la tierra. Por otro lado, el simbolismo cosmogónico y metafísico de esa dirección vertical, o eje del mundo, aparece descrita en el cap. XXIII, titulado "Significación del eje vertical: la influencia de la voluntad del cielo", y no podemos evitar el establecer una correspondencia entre ese eje vertical y lo que significa el símbolo de la plomada dentro de la Masonería, pues en efecto en la iconografía masónica aparece muchas veces la plomada que pende directamente de la mano del Gran Arquitecto, descendiendo en perpendicular hacia el centro o corazón de la logia, representación del propio centro o corazón del masón, que une así su ser individual a su Origen y Principio.




Esa misma plomada podemos verla, junto con el nivel, en el siguiente capítulo, titulado "El rayo celeste y su plano de reflexión". El rayo celeste equivaldría a la plomada y el plano de reflexión al nivel, símbolo de la horizontal y del propio estado individual del ser humano, el cual encuentra la posibilidad de trascender o transmutar dicho estado gracias a la influencia de ese rayo celeste. Naturalmente que existen otras interpretaciones de la plomada y el nivel, sobre todo en su aplicación como útiles de la construcción, pero esa aplicación estará integrada perfectamente dentro de una lectura más amplia, más realmente universal, que es, a nuestro entender, a la que remite Guénon en esos y en otros capítulos en los que aborda las interrelaciones entre el eje vertical y el horizontal, como es el caso del cap. XIV, llamado "El simbolismo del tejido", cuya lectura hará evocar inevitablemente en un lector masón el simbolismo del pavimento mosaico, formado por el entrelazamiento de cuadrados blancos y negros idénticos a los del tablero de ajedrez o de damas, y que en efecto aparece como un símbolo de la propia estructura del cosmos. Y cómo no ver, en fin, en lo que se dice en el cap. XXIX, titulado "El centro y la circunferencia", las enseñanzas que se derivan del simbolismo del compás, instrumento que sirve justamente para trazar la figura del círculo, formada por el centro y la circunferencia que emana de él por intermedio de los cuatro radios de la cruz, constituida también por dos escuadras unidas por sus vértices respectivos.

En este sentido debemos recordar que es propio de la Ciencia Simbólica establecer constantes relaciones, correspondencias y analogías entre los distintos símbolos y también entre las múltiples interpretaciones que se hagan de un mismo símbolo. Como dice Guénon en el prólogo a El Simbolismo de la Cruz: "Estos sentidos simbólicos múltiples y jerárquicamente superpuestos en absoluto se excluyen entre sí, como tampoco excluyen el sentido literal; al contrario, concuerdan perfectamente entre ellos, ya que en realidad expresan las aplicaciones de un mismo principio en órdenes diversos; y así se complementan y corroboran integrándose en la armonía de la síntesis total. Además, es esto precisamente lo que hace del simbolismo un lenguaje mucho menos estrechamente limitado que el lenguaje ordinario, y el único apto para la comunicación de determinadas verdades; de esta manera, abre unas posibilidades de concepción verdaderamente ilimitadas, por lo que constituye el lenguaje iniciático por excelencia, el vehículo indispensable de toda enseñanza tradicional."

Pero centrémonos en aquella parte de la obra de Guénon donde se menciona de forma directa a la Masonería. En los dos volúmenes de Etudes sur la Franc-Maçonnerie et le Compagnonnage a los que hacíamos alusión anteriormente, observaremos que en el Anexo del segundo de esos volúmenes están recogidos los artículos masónicos que Guénon escribió para la revista La Gnose entre los años 1910 y 1912, revista que él mismo dirigió, y en la que trató de muchos otros temas relativos a la metafísica y al simbolismo, tanto de Oriente como de Occidente. De hecho en ese período de su vida, cuando tan sólo contaba veintitantos años, Guénon traza ya las líneas generales de lo que será su obra y demuestra tener un conocimiento profundo de la doctrina tradicional en sus diferentes y variadas expresiones.

Naturalmente ese conocimiento también se extendía a la Masonería, de la que Guénon era miembro activo durante aquellos años. En efecto, leyendo esos primeros artículos masónicos comprobamos que nuestro autor tenía ya una idea muy clara de lo que es y representa la Orden masónica, considerándola como un eslabón de la "cadena áurea" o Gran Tradición Unánime.

Como el propio Guénon dice a este respecto en "La Gnosis y la Francmasonería", su primer artículo masónico que data de marzo de 1910: "'La Gnosis, ha dicho el M.•. Il.•. H.•. Albert Pike, es la esencia y el meollo de la Francmasonería'. Por Gnosis debemos entender aquí ese Conocimiento tradicional que constituye el fondo común de todas las iniciaciones, cuyas doctrinas y símbolos se han transmitido, desde la más remota antigüedad hasta nuestros días, a través de todas las Fraternidades secretas cuya extensa cadena jamás ha sido interrumpida". Más adelante, hablando de los orígenes históricos de la Masonería moderna dice que ésta "deriva de una fusión parcial de los Rosa-Cruces, quienes habían conservado la doctrina gnóstica desde la edad media, con las antiguas corporaciones de Masones Constructores, cuyas herramientas, por lo demás, ya habían sido empleadas como símbolos por los filósofos herméticos". A continuación, reflexionando sobre el significado de la iniciación masónica, afirma que ésta: "como toda iniciación, tiene por finalidad la conquista del Conocimiento integral, que es la Gnosis en el verdadero sentido de la palabra. Podemos decir que es este Conocimiento mismo el que, hablando con propiedad, constituye realmente el secreto masónico, y por esta razón dicho secreto resulta esencialmente incomunicable (...). Agregaremos que, para nosotros, la Masonería no puede ni debe sujetarse a ninguna opinión filosófica particular, que ella no es más espiritualista que materialista, ni tampoco más deísta que atea o panteísta, en el sentido que habitualmente se atribuye a estas diversas denominaciones, puesto que ella deber ser pura y simplemente la Masonería.

Cada uno de sus miembros, al entrar en el Templo, debe despojarse de su personalidad profana y hacer abstracción de cuanto sea extraño a los principios fundamentales de la Masonería, principios a cuyo alrededor todos debieran unirse para trabajar en común en la Gran Obra de la Construcción universal".

En otro artículo de abril del mismo año, titulado "La Ortodoxia Masónica", Guénon aclara qué es la verdadera "regularidad" masónica, que lejos de estar fundamentada en consideraciones puramente históricas consiste, por el contrario, "en seguir fielmente la Tradición, en conservar con cuidado los símbolos y las formas rituales que expresan esta Tradición y que son como su ropaje, y en rechazar toda innovación sospechosa de modernidad. Y es a propósito que empleamos aquí la palabra modernidad, para designar esta tendencia demasiado difundida que, en Masonería como en todas partes, se caracteriza por el abuso de la crítica, el rechazo del simbolismo y la negación de todo aquello que constituye la Ciencia esotérica y tradicional.

No obstante, no queremos decir con ello que la Masonería, para ser ortodoxa, deba ceñirse a un formalismo estrecho, en que lo ritual deba ser algo absolutamente inflexible, dentro del cual no se pueda añadir ni suprimir nada sin hacerse responsable de algún tipo de sacrilegio; esto sería dar muestra de un dogmatismo que resulta del todo extraño e incluso contrario al espíritu masónico. La Tradición no excluye de ningún modo la evolución ni el progreso, los rituales pueden y deben ser modificados todas las veces que sea necesario para adaptarse a las condiciones variables de tiempo y de lugar pero, bien entendido, únicamente en la medida en que estas modificaciones no afecten a ningún aspecto esencial. El cambio en los detalles del ritual importa poco siempre y cuando la enseñanza iniciática que se desprenda de ellos no sufra ninguna alteración; y la multiplicidad de Ritos no tendría graves inconvenientes, quizá incluso tendría ciertas ventajas, si desgraciadamente no tuviera demasiado a menudo como consecuencia, sirviendo de pretexto a enojosas disensiones entre Obediencias rivales, comprometer la unidad, si se quiere ideal, pero con todo real, de la Masonería universal".

En estos dos artículos lo que Guénon afirma con una claridad meridiana es que la esencia de la Masonería, su razón profunda de ser, es el Conocimiento, la Gnosis, vehiculada por los símbolos y los ritos que jalonan la vía iniciática, los cuales predisponen al alma humana para recibir el don de la inteligencia, es decir la capacidad de poder "leer interiormente", que es lo que significa precisamente la palabra inteligencia, pudiendo desarrollar así todas las cualidades que porta en sí misma y que en el estado ordinario están como dormidas o en potencia. En la Masonería ese desarrollo se vive como un paso de las "tinieblas a la luz", o del "caos al orden". Por otro lado, la posibilidad vertical del Conocimiento es coetánea con el tiempo, por lo que las formas simbólicas y rituales que lo transmiten necesitan ser adaptadas a la mentalidad de los hombres y mujeres de cualquier momento histórico, pero conservando siempre lo esencial de esa transmisión, a saber: el influjo espiritual capaz de promover en el ser humano una completa transformación. Las innovaciones que no tienen en cuenta esta última premisa están abocadas al fracaso y pueden llevar a la Orden a su disolución en el mundo profano, pero lo contrario es igualmente nefasto, pues negar esa adaptación a los tiempos acabaría finalmente por petrificarla, convirtiéndola en letra muerta sin espíritu alguno que la vivificase. Las adaptaciones de que estamos hablando son siempre un delicado juego de equilibrio entre lo vertical, que es la esencia que el símbolo manifiesta, y lo horizontal, que son las circunstancias históricas, personales e individuales de los seres humanos. Conjugar armoniosamente ambas, pero asumiendo que existe una preeminencia de lo vertical sobre lo horizontal, de la esencia inmutable sobre la forma siempre cambiante, es lo que ha permitido que el Conocimiento y su transmisión se haya perpetuado de generación en generación a lo largo de los tiempos. Esto es lo que ha sabido hacer la Masonería en diversos momentos de su historia y por eso ha llegado hasta nuestros días.





El resto de artículos comprendidos en esos dos volúmenes de Etudes sur la Franc-Maçonnerie et le Compagnonnage corresponden ya a la época en que Guénon escribe el grueso de su obra, y se prolongarán hasta poco tiempo antes de su paso al Oriente Eterno. De hecho el último artículo dedicado a la Masonería data de diciembre de 1948 y su título es "Palabra perdida y nombres substituidos". A nuestro entender se trata de uno de sus artículos masónicos más importantes, pues en él aborda el tema central de la iniciación masónica: la búsqueda de la Palabra perdida y los diversos nombres simbólicos que la substituyen.

Esa Palabra no es sino el verdadero Nombre del Gran Arquitecto del Universo, y su pérdida, según cuentan las leyendas masónicas, se produce como consecuencia de la muerte del maestro Hiram. Sin entrar en los pormenores de ese estudio, que desde luego recomendamos vivamente, diremos que Guénon vincula la pérdida de esa Palabra con el período de oscurecimiento espiritual que vive la humanidad desde hace ya mucho tiempo, y al que desde luego no es ajena la Masonería. Si no, no se hablaría de pérdida, ya sea de esa Palabra o de cualquier otra cosa que, en todas las tradiciones, simboliza la posesión de lo que Guénon llama el estado primordial, que es el estado original del ser humano, y cuya recuperación es lo que se plantea en toda iniciación a los misterios de la vida, del hombre y del cosmos. Así pues, lo que se ha perdido en esta época de oscurecimiento (que los hindúes llaman Kali-Yuga o "Edad Sombría", y los antiguos griegos la "Edad de Hierro") es precisamente ese estado primordial, aunque también podría decirse, con Guénon, que más que perdido está oculto, encerrado en lo más profundo de la caverna del corazón de todo ser.

Entre los dos volúmenes de Etudes sur la Franc-Maçonnerie et le Compagnonnage contabilizamos un total de 22 artículos, de los que además de los nombrados destacaremos: "A propósito de los signos corporativos", "Masones y Carpinteros", "A propósito del Gran Arquitecto del Universo", "Concepciones científicas e ideal masónico", "Los Altos Grados masónicos", "Heredom", "Iniciación femenina e iniciación de oficio", "El Compañerazgo y los Bohemios", "A propósito de los peregrinajes", "A propósito de los constructores de la Edad Media" y "El crisma y el corazón en las antiguas marcas corporativas". Asimismo no podemos dejar de mencionar el apartado de reseñas de libros y revistas dedicados a los temas masónicos, que ocupan una gran parte de esos volúmenes, y que van desde el año 1929 hasta 1950.

Prácticamente todas esas reseñas están escritas para la revista Le Voile d'Isis (en la que empezó a colaborar en 1925), y que a partir de 1936 pasó a llamarse, bajo inspiración suya, Etudes Traditionnelles. Diremos que en esa revista Guénon escribió casi todos sus artículos sobre simbolismo y la doctrina tradicional, artículos que una vez recopilados han llegado a conformar ocho de sus 27 libros, sin contar los dos que estamos comentando.

Centrándonos un momento en las reseñas masónicas, diremos que Guénon no sólo se limita a hacer una recensión de ellas, sino que en bastantes ocasiones también aprovecha la oportunidad de incluir consideraciones relativas al simbolismo masónico y a todo cuanto concierne al universo de la Masonería, con lo cual muchas de esas reseñas, ya sean de libros o de revistas, suponen igualmente aspectos importantes a tener en cuenta dentro de los estudios de Guénon referentes a la Orden. Huelga decir que nuestro autor estaba permanentemente informado de todo lo que aparecía en el mundo editorial masónico, por lo que sus reseñas también podrían tomarse como una guía bibliográfica destinada a todos aquellos masones interesados en conocer los símbolos y la historia de la Masonería. Incluso en algunas de esas reseñas dice cosas que no menciona en sus artículos y libros, como por ejemplo cuando se refiere a la simbólica de la regla de 24 pulgadas (págs. 178 a 180 del tomo II), diciendo que está en relación con la división del día en dos partes de 12 horas cada una. O cuando reseñando un número de la revista The Speculative Mason que trata sobre los manuscritos de los "Old Charges" págs. 176 a 178 también del IIº tomo), nos dice que en esos manuscritos el nombre que aparece como el del arquitecto del Templo de Salomón no es el de Hiram sino el de Amón, lo cual le lleva a la conclusión de que a través de ese nombre la Masonería se vinculaba con la antigua tradición egipcia.

Pero Guénon no sólo reseñaba lo propiamente masónico sino que también daba constancia de cuantos libros y revistas de carácter antimasónico caían en sus manos. Sin duda consideraba importante que sus lectores, masones o no, tuvieran conocimiento de los adversarios de la Masonería, que son en definitiva los adversarios, bien por pura ignorancia o mala fe, de la verdadera Gnosis y la Ciencia Sagrada, y de todo cuanto representa las ideas de Libertad, de Igualdad y de Fraternidad.

En este sentido debemos recordar las constantes denuncias hechas por Guénon en sus reseñas a la Revista Internacional de las Sociedades Secretas (R.I.S.S.), que era en realidad un nido de contrainiciados que en la línea del tenebroso Leo Taxil pretendían ridiculizar a la Masonería y su simbolismo, al que tildaban nada menos que de "satánico". Esta auténtica impostura, además de revelar una ignorancia completa acerca de los símbolos sagrados, escondía una intención muy clara de acabar con la única institución iniciática que aún pervive en Occidente, la cual es, como más adelante veremos, el "arca" receptora de su verdadera espiritualidad.

Guénon, como "guardián de la Tierra Santa" que también era, tenía asimismo como función impedir que determinadas influencias sutiles extremadamente negativas penetraran dentro del ámbito iniciático y masónico, y nada mejor para ello que denunciar y neutralizar desde el plano de las ideas a quienes eran los vehículos de esas influencias. Como dice a este respecto Federico González en su libro Esoterismo Siglo XXI. En torno a René Guénon (pág.173): "En cuanto a la lucha contra el Mal (...) es obvio que René Guénon veía en esas entidades concretas que lo encarnaban -cualesquiera que ellas fuesen o incluso imaginase- la inmensa batalla cósmica (como es propio en el trance chamánico) agravado todo ello por haber existido en el periodo cíclico -fin del Kali-Yuga- que le había tocado vivir. Sin duda mucho de lo que ha escrito, sobre todo en sus polémicas, no es sólo la necesidad de defenderse del Adversario, sino también las armas con que lo rechaza; son maldiciones (que forman parte del arte de mal-decir) perfectamente correlativas con las inmensas bendiciones que ha traído a sus lectores."

Pero refiriéndonos a las revistas propiamente masónicas reseñadas por Guénon hemos de destacar especialmente Le Symbolisme, The Grand Lodge Bulletin d'Iowa, Masonic Ligth y la ya mencionada The Speculative Mason. La primera de estas revistas, Le Symbolisme, era en cierto modo el órgano de la Gran Logia de Francia, a la que había pertenecido Guénon en su período de actividad masónica, pues su logia (llamada Thebah) formaba parte de esa Obediencia. 4 En esta revista publicaban sus trabajos los más renombrados masones franceses de su tiempo, como Oswald Wirth, Marius Lepage, François Ménard, Albert Lantoine, etc. Todos ellos y muchos más mantenían además una frecuente relación epistolar con Guénon, sobre todo desde el momento en que éste se establece en Egipto a partir de 1931. Las otras revistas que hemos nombrado pertenecían al ámbito de la Masonería anglosajona, tanto de Inglaterra como de EE.UU. y Canadá.

Hemos de decir que Guénon siempre tuvo una especial consideración hacia esa rama de la Masonería, y dentro de ésta su interés se centraba sobre todo en las logias que habían conservado con mayor o menor pureza los antiguos rituales operativos, en los que el simbolismo constructivo tiene un lugar destacadísimo. De hecho, y a pesar de su nombre, la revista The Speculative Mason (El Masón Especulativo) recogía los artículos de masones que formaban parte de esas logias operativas. Hemos de decir que esos artículos fueron siempre una fuente de información importante para Guénon, pues de ellos extrajo parte de sus conocimientos sobre la antigua Masonería. De entre esos artículos merecen destacarse los que llevaban la firma de Clement Stretton, de Thomas Carr o de John Yarker, integrantes de la "Venerable Sociedad de los Masones Libres" (todavía existente), la cual decía remontar su origen a la Masonería anterior a 1717.

Hemos dicho en parte, pues Guénon también conocía la simbólica operativa a través de otras fuentes distintas a éstas, y no precisamente escritas sino orales. En este sentido, debemos recordar que hace unos años apareció en la revista masónica francesa Travaux de la Loge national de recherches Villard de Honnecourt un artículo que llevaba por título "Algunos aspectos de la doctrina de René Guénon". Su autor, Franz Vreede, había sido amigo personal de Guénon durante más de treinta años. En ese artículo Vreede cuenta que Guénon le hizo "saber que él era miembro de una Maestría, es decir de un grupo de maestros en todos los grados cuya tradición oral se remontaba a la época artesanal de la Masonería francesa. Como consecuencia de las dificultades que degeneraron en decadencia, los grupos de maestros, según Guénon, decidieron mantener la tradición antigua completamente pura.

Para impedir en el futuro cualquier desviación, divulgación o traición, decidieron el anonimato de los miembros y que, en adelante, ya no hubieran más estatutos ni documentos escritos, tampoco candidaturas, sino aceptación de nuevos miembros por cooptación secreta" (...) Comprendí entonces, añade finalmente F. Vreede, de qué fuente auténtica Guénon obtenía sus extensos conocimientos del ritual y de los símbolos de la tradición antigua de constructores de catedrales y de su ciencia geométrica atribuida a Pitágoras, sin la cual el Gran Arte no podría existir".

Más arriba hablábamos del interés de Guénon por la rama anglosajona de la Masonería y por las logias que habían conservado el legado operativo más o menos intacto. Pero en realidad ese interés lo extendió a toda la Masonería sin excepción, pues siempre vio a ésta como una unidad en lo esencial, a pesar de la pluralidad de Ritos existentes, reflejo sin duda alguna de las diversas herencias tradicionales que la Orden masónica ha ido recibiendo a lo largo del tiempo, haciendo así realidad uno de sus lemas principales: "difundir la luz y reunir lo disperso".

De entre los Ritos de que estamos hablando Guénon conocía perfectamente el Escocés Antiguo y Aceptado, entre otras cosas porque es el que practicó durante su período de actividad masónica en la logia Thebah. Y su interés en este Rito se centraba sobre todo en su sistema de altos grados, algunos de los cuales fueron elaborados a partir de la herencia dejada por otras organizaciones iniciáticas diferentes de la Masonería, pero con las que ésta guardaba una estrecha vinculación gracias a su pertenencia común a la gran corriente del Hermetismo, como veremos a continuación.

En realidad la institución de los altos grados pertenece a todos los Ritos masónicos, y si bien es ésta una cuestión en la que no podemos entrar de lleno, sí dejaremos constancia al menos de manera sucinta de lo que Guénon pensaba al respecto.




En el artículo antes mencionado "Palabra perdida y nombres substituidos" distingue nuestro autor dentro de los altos grados dos aspectos bien diferenciados: por un lado, aquellos "que tienen un lazo directo con la Masonería, y por otro los que pueden ser considerados como representando vestigios o recuerdos, que se injertaron en la Masonería o 'cristalizaron' de alguna manera a su alrededor, de antiguas organizaciones iniciáticas occidentales diferentes a ella".

En cuanto al primer aspecto, el de los altos grados que tienen un vínculo directo con la Masonería propiamente dicha, es decir con la que hereda el simbolismo de las corporaciones de constructores, Guénon nos dice en el mismo artículo citado que: "estos grados pueden ser considerados como constituyendo propiamente extensiones o desarrollos del grado de Maestro; es incontestable que, en principio, éste es autosuficiente, pero de hecho la gran dificultad que encuentra en desarrollar todo lo que implícitamente contiene justifica la existencia de esos desarrollos ulteriores. Se trata, pues, de una ayuda aportada a aquellos que desean realizar lo que no poseen sino de manera virtual". Más adelante Guénon continúa: "A decir verdad, si el grado de Maestro fuese más explícito, o si todos aquellos que fueran admitidos estuvieran verdaderamente más cualificados, es en su interior mismo donde esos desarrollos encontrarían su lugar, sin que sean necesarios otros grados nominalmente distintos de aquel".

Y en nota añade: "El Maestro, por lo mismo que posee 'la plenitud de los derechos masónicos', sobre todo tiene el de acceder a todos los conocimientos incluidos en la forma iniciática a la cual pertenece; es esto, por otra parte, lo que expresaba netamente la antigua concepción del 'Maestro en todos los grados', la cual parece completamente olvidada hoy en día".

Entre esos altos grados complementarios al de Maestro, Guénon subraya especialmente el de "Royal Arch" perteneciente al Rito inglés, considerándolo como el "nec plus ultra" de la iniciación masónica. En este sentido creemos que es interesante señalar que Guénon habla extensamente del "Royal Arch" en su artículo sobre "La piedra angular", que como ya dijimos está incluido en Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada dentro de la sección "Simbolismo constructivo". Nos atreveríamos incluso a decir que casi todo lo que en ese artículo se dice está referido específicamente a la simbólica contenida en ese grado, lo cual muestra suficientemente la importancia que le concedía dentro de la "Gran Obra" masónica.

En cuanto al segundo aspecto, el de los altos grados que representan vestigios de otras organizaciones iniciáticas distintas de la Masonería, Guénon asegura que "la razón de ser de estos últimos grados (...) es en suma la conservación de lo que puede mantenerse todavía de las iniciaciones de que se trata, y ello de la única manera en que es posible tras su desaparición en tanto que formas independientes; ciertamente habría mucho que decir sobre este papel conservador de la Masonería y sobre la posibilidad que ese papel le ofrece de suplir en cierta medida la ausencia de iniciaciones de otro orden en el mundo occidental actual".

Esto último es sumamente importante, pues ese papel conservador que Guénon asigna a la Masonería convierte a ésta en una especie de "arca" receptora de los gérmenes espirituales de diversas organizaciones iniciáticas y esotéricas que conformaron la historia y el ser de Occidente hasta los mismos albores de los tiempos modernos, justo en el momento en que nace la Masonería actual. Guénon habla concretamente de aquellas organizaciones que procedían directamente del Hermetismo y de las órdenes de caballería emparentadas con este último, y deja entender que es en la Masonería Escocesa (la del Rito Escocés Antiguo y Aceptado) donde se ha conservado con más nitidez esa herencia hermética y caballeresca.

Así lo deja entrever Guénon en El esoterismo de Dante, especialmente en los capítulos II, III y IV, en los que habla de algunos altos grados del Escocismo vinculándolos con su origen hermético y caballeresco. Entre estos altos grados Guénon destaca el 18º y los que conforman los "Grados Filosóficos o Areópagos", como por ejemplo el 26º y el 30º, este último llamado Caballero Kadosh, y a quien también consideraba como el nec plus ultra de la iniciación masónica.




Desde luego que habría mucho que decir sobre todo esto, pues no es un tema menor el papel que Guénon asignaba a la Masonería dentro del esoterismo contemporáneo. Pero resumiendo he aquí finalmente lo que nos dice en su artículo sobre "Los Altos Grados": "Nosotros los consideramos como teniendo una utilidad práctica incontestable, pero con la condición, desafortunadamente muy poco realizada, sobre todo hoy en día, de que cumplan verdaderamente con el fin para el que fueron creados. Por ello sería necesario que los Talleres de estos altos grados fuesen reservados a los estudios filosóficos y metafísicos, muy olvidados en las Logias simbólicas [las de los tres primeros grados]; nunca se debería olvidar el carácter iniciático de la Masonería, que no es ni puede ser, diga quien lo diga, ni un club político ni una asociación de socorros mutuos. Sin duda, no se puede comunicar aquello que es inexpresable por esencia, porque los verdaderos arcanos se defienden ellos mismos de cualquier indiscreción; pero al menos se pueden dar las claves que permitirán a cada cual obtener la iniciación real por sus propios esfuerzos y su meditación personal, y se puede también, siguiendo la Tradición y la práctica constante de los Templos y Colegios iniciáticos de todos los tiempos y de todos los países, situar a aquel que aspira a la iniciación en las condiciones más favorables de realización. No nos extenderemos más sobre este asunto, pensando haber dicho lo suficiente para hacer entrever lo que podrían ser los altos grados masónicos, si, en lugar de quererlos suprimir pura y simplemente, se hiciera de ellos verdaderos centros iniciáticos encargados de transmitir la ciencia esotérica y conservar íntegramente el depósito sagrado de la Tradición ortodoxa, una y universal".

Estamos convencidos que el estudio de la obra guenoniana ayuda a crear esas "condiciones favorables" entre los masones que aspiran a conocer algo más que una simple lectura moral y alegórica de su patrimonio simbólico y ritual, que al fin y al cabo es el que da sentido a la propia Orden masónica, y por extensión a los trabajos que realizan dentro de la logia y también consigo mismos.

En este sentido no podemos dejar de mencionar en este breve repaso por la obra masónica de Guénon sus dos libros dedicados al gran tema de la iniciación, en los que expone los principios teóricos que jalonan la experiencia en la vía del Conocimiento. Esos libros serían, pues, una guía también para el propio masón, que verá en ellos un complemento perfecto a los estudios sobre el simbolismo y la metafísica. Estamos hablando de Apreciaciones sobre la iniciación e Initiation et Réalisation Spirituelle, a los que ya nos referimos al comienzo. Como dijimos entonces el segundo de esos dos libros es en realidad una recopilación de artículos aparecidos a lo largo de los años en la revista Etudes Traditionnelles, revista que fue durante todo el tiempo en que Guénon colaboró en ella (colaboración que sólo se interrumpió tras su fallecimiento), uno de los foros más importantes en la difusión de la Gnosis en Occidente. También dijimos que en él aparecen dos artículos referidos directamente a la Masonería: "Sobre la 'Glorificación del trabajo'" y "Trabajo iniciático colectivo y 'presencia' espiritual". En ambos el tema central no es otro que explicar la naturaleza del trabajo iniciático, que en la Masonería también reviste una forma grupal como todas las iniciaciones basadas en el oficio. Pero Guénon se encarga de aclarar que ese trabajo grupal "no puede sustituir jamás el trabajo personal y puramente interior de cada uno". Ahora bien ya se trate de trabajo colectivo (como el que llevan a cabo todos los miembros de una logia), como del trabajo personal, ambos no serían posibles, o mejor dicho no serían efectivos si no se hicieran "A la Gloria" del Principio bajo el cual se cumplen dichos trabajos, Principio que como sabemos en la Masonería recibe el nombre de Gran Arquitecto del Universo. Es la simiente del influjo espiritual del Gran Arquitecto la que recibe el recipiendario al comienzo de su carrera masónica, y a partir de ahí será el esfuerzo o la voluntad personal por superar su condición profana, guiada necesariamente por la meditación y la comprensión de las ideas reveladas en los símbolos y ritos de la Orden, lo que irá propiciando paulatinamente el despertar y el desarrollo de los talentos, cualidades y virtudes que porta en su interior.

Pues la recepción de ese influjo no añade nada que el ser humano no posea ya en sí mismo, que no esté previamente en su naturaleza. De ahí la máxima socrática que figura también como uno de los lemas de la Masonería:
"Conócete a ti mismo".

En Apreciaciones sobre la iniciación, Guénon desarrolla y profundiza en todas estas cuestiones, y en bastantes ocasiones el lector masón tendrá la sensación de que Guénon le está hablando directamente a él, hasta el punto de que llega a considerar a Apreciaciones sobre la iniciación como un libro perfectamente masónico. Así ocurre, por ejemplo, cuando lee capítulos tales como "De las cualificaciones iniciáticas", "De los ritos iniciáticos", "El rito y el símbolo", "Mitos, misterios y símbolos", "Ritos y ceremonias", "De las pruebas iniciáticas", "De la muerte iniciática", "Operativo y especulativo", "Iniciación efectiva e iniciación virtual", "De la enseñanza iniciática" y "Sobre dos divisas iniciáticas".

Diremos que las dos divisas a las que se refiere Guénon en este último capítulo son Post Tenebras Lux (La Luz después de las Tinieblas) y Ordo ab Chao (El Orden extraído del Caos), divisas que pertenecen a los más altos grados de la Masonería Escocesa. Allí podemos leer lo siguiente: "La luz está pues 'después' de las tinieblas, y esto no solamente desde el punto de vista 'macrocósmico', sino también desde el punto de vista 'microcósmico'que es el de la iniciación, puesto que, en este caso las tinieblas representan el mundo profano, de donde viene el recipiendario, o el estado profano en el cual éste se encuentra por de pronto, hasta el momento preciso en que devenga iniciado 'recibiendo la luz'. Por la iniciación el ser pasa entonces 'de las tinieblas a la luz', como el mundo, en su origen (y el simbolismo del 'nacimiento' es aplicable en ambos casos), pasó por el acto del Verbo creador y ordenador. De esta manera la iniciación es verdaderamente, según un carácter por otro lado muy general de los ritos tradicionales, una imagen de 'lo que fue hecho en el principio' ".

Naturalmente, y a pesar de sus múltiples referencias a la Masonería, Apreciaciones sobre la iniciación no es un libro masónico, pero sí está escrito por un maestro masón, como fue Guénon, a la hora de exponer sus ideas sobre la Ciencia Simbólica, vehículo de la Cosmogonía Perenne. Y a pesar de que sus actividades masónicas finalizaran en el año 1913, esto no significa que Guénon no fuera un miembro de la Orden masónica hasta el fin de sus días. Recordemos que en cierta ocasión él mismo dejó escrito que "la cualidad iniciática, una vez que ha sido recibida, de ninguna manera está ligada al hecho de ser miembro activo de tal o cual organización; desde el momento en que la vinculación a una organización tradicional ha sido efectuada, ésta no puede ser rota bajo ninguna circunstancia, subsistiendo incluso hasta cuando el individuo no tenga con esa organización ninguna relación aparente, lo cual no tiene sino una importancia muy relativa al respecto" ("De los ritos iniciáticos", cap. XV de Apreciaciones sobre la iniciación).

Asimismo, también es verdad que si Guénon tuvo tan presente a la Masonería no es porque él mismo fuera masón, sino porque la consideraba la única institución iniciática que aún quedaba en Occidente, pues había sabido conservar su identidad gracias a que sus símbolos y sus ritos todavía son efectivos para los hombres y mujeres nacidos en la sociedad moderna. Guénon, que fue ante todo un intérprete y un transmisor de la Tradición Unánime, escribió para quienes vivimos en dicha sociedad, adecuando el mensaje imperecedero de esa Tradición a nuestra mentalidad, pero conservando al mismo tiempo, como dice Michel Vâlsan en la introducción a Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, "la presencia discreta de ese elemento indefinible de misterio, de majestad profunda de las realidades, de belleza inefable de las significaciones y de la perfección indudable de los fines, que es propio de los datos de la verdadera ciencia".

No quisiéramos acabar sin mostrar nuestro agradecimiento a la obra guenoniana, y a la de todos aquellos que han bebido de ella y la han tomado como su guía en la búsqueda del Conocimiento, que es en realidad la gran aventura a realizar por cualquier vida humana. Una obra, en fin, que para nosotros está tan viva como lo está el pensamiento que se refleja en ella, pensamiento que no es el de una individualidad (siempre condicionada y limitada), sino que ha sido forjado en la matriz de la Sabiduría y parido por ella, de tal manera que para los que estamos, como decía Proclo, "en el fondo de los pozos de la vida", representa ese puente o escala que puede rescatarnos de esa condición y empezar a concebir una existencia acorde con nuestro verdadero destino, que es también nuestro verdadero origen.




Posted by Emilio Raul Ruiz Figuerola at 10:11 PM

EL PODER DEL PERDÓN

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EL PODER DEL PERDÓN
Por Carmelo Ríos

Tal vez el perdón sea el acto más sabio, más profundo y más liberador que un ser humano pueda realizar en esta vida, y a la vez el que más le acerca a Dios, que es perdón absoluto, absolución eterna y eternidad liberadora.

Al candidato en el umbral de la Iniciación se le pide que haga tabla rasa con su pasado, que perdone, que olvide, para abrirse a una nueva posibilidad de vida en esta misma existencia que se ofrece ahora, a cambio de la capitulación del yo mismo, de la rendición incondicional ante una fuerza o luz infinitamente más poderosa que el ego.

Acaso el perdón sea el único gesto soberano que el ser humano puede hacer antes de morir y renacer en vida por el proceso mismo de la alquimia del espíritu. Perdonar es un acto de sacrificio, pues renunciamos a la venganza, al desquite, a la justa o injusta compensación.

Hay varias formas de perdón. Primeramente está el valeroso acto de pedir perdón, no solamente a los seres humanos, sino a la Naturaleza y al Universo visible o invisible. Elevar nuestra mirada y nuestras manos hacia la noche estrellada y pedir perdón al Infinito por nuestra mediocridad, por nuestra ingratitud, por nuestra ignorancia y nuestra falta de amor.

Pero, cuan a menudo nuestro orgullo, que es el adversario por excelencia del amor y de la luz, nos ha impedido pedir perdón, no como un gesto de cortesía o de superflua e hipócrita norma social, sino desde una profunda contrición, desde una sincera humildad, desde la urgente necesidad de reconciliarse, de redimir, de establecer la paz, la tregua o el armisticio de las situaciones más imperdonables aun en medio del campo de batalla de las difíciles relaciones humanas, y decir desde los más hondo de nuestro sentir: lo siento, lo siento mucho, te pido perdón.

Acaso pedir perdón, con valor, con humildad, con absoluta entrega y desde el corazón roto sea otro acto soberano que caracteriza al verdadero buscador espiritual, al peregrino del Amor, al genuino capitán, al auténtico líder de los hombres, pues nuestra capacidad de perdonar y de pedir perdón es sinónima de nuestra grandeza de alma.

Martin Luther King dijo que aquel que es incapaz de perdonar es incapaz de amar. El perdón renueva nuestra vida y pone fin a los asuntos pendientes, nos da otra oportunidad, nos ofrece la posibilidad de redimir lo pasado, nos saca del infierno en vida del rencor, del resentimiento, de la cólera, de la idea de venganza, e incluso de justicia, y nos permite la entrada libre en el Reino de los Cielos, que no es un lugar allende de las estrellas, sino un estado de la mente y del corazón compasivo, expandido y redimido.

Los Maestros de todas las tradiciones espirituales nos recuerdan constantemente que pidamos perdón y que perdonemos antes de que sea demasiado tarde, pues el perdón es un acto primordial de inteligencia espiritual y de compasión hacia nosotros mismos, y acaso sea la compasión la lección que todos los seres venimos aprender a esta tierra. Perdonar es también un acto de profunda sabiduría, pues como dijo León Tolstoy:"comprenderlo todo es perdonarlo todo".

Perdonar es olvidar. Solo alguien muy oscuro o ignorante puede decir "perdono pero no olvido". Precisamente la ciencia ha descubierto que una de las funciones principales de la memoria es su capacidad de olvidar. ¿Y cuantas veces deberemos olvidar las ofensas, perdonar a nuestro hermano, a nuestro prójimo como a nosotros mismos? El Maestro del Amor nos dice categóricamente: ¡setenta veces siete!

¿Pero existe aún algo más difícil, más salutífero y más redentor que perdonar o pedir perdón? Si, perdonarse a uno mismo. Un viejo axioma de Confucio dice: "Perdonárselo todo a aquel que es incapaz de perdonarse a sí mismo".

¡Perdonarme a mí mismo! Eso es algo para lo cual uno no se siente nunca suficientemente preparado, ni entrenado, ni incluso "autorizado". Preferimos vivir en el purgatorio moral del desaliento, de la mortificación, de la auto-culpa, no perdonarnos y como consecuencia, no perdonar, alimentando con la memoria el hedor lúgubre de la pena, del remordimiento y la tristeza, que marchitan nuestras vidas y nos arrebatan el precioso don de la alegría, tal vez esperando que algo o alguien, quizás un sacerdote, un santo, un ángel o una fuerza sobre-natural haga por nosotros lo que nadie puede hacer por nosotros.

¿Alguna vez nos hemos atrevido a decirnos frente al espejo, pronunciando nuestro nombre: ¡te perdono! Te perdono de corazón, total y absolutamente, y te dejo libre?, como se lo diríamos a nuestro único hijo adolescente que se hallara apesadumbrado por las consecuencias de una decisión errónea o de un acto equivocado
Y aun en la distancia, podemos pedir perdón y perdonar, pues la energía sigue al pensamiento y estas imágenes, clichés y vibraciones sutiles de perdón y de anhelo de reconciliación, viajarán por el éter en busca de la unidad con el otro y de la Divina Armonía que ponen fin al dolor y al sufrimiento, a veces de muchas vidas pasadas.

Pero, nos preguntaremos, ¿y si el otro- si es que existe un "otro" que no sea yo mismo fuera de mi- no desea la paz, no busca la reconciliación, la curación de lo incurable? El Maestro Philippe de Lyón nos dice que hablemos entonces con nuestro Ángel de la Guarda para que hable con el Ángel Guardián nuestro "adversario" y que ambos lleguen a un acuerdo.

El Maestro Philippe daba una importancia extraordinaria al perdón. En muchas de sus enseñanzas hacía referencia a la necesidad absoluta de perdonar y de pedir perdón:

- "En la vida progresamos sin cesar, y en la medida en que progresamos, cambiamos de guía. De ahí la necesidad de hacer la paz INMEDIATAMENTE con los enemigos, pues, ofendiendo a los enemigos, ofendemos a su guía, y la paz solo puede ser hecha entre los mismos interesados. Sino, habrá que esperar a que en una serie de reencarnaciones el mismo periodo se produzca y que el perdón sea acordado. Es necesario, incluso, que el ofendido rece por el ofensor".

Que redención, que alegría, que júbilo el perdonar y pedir perdón, ¡pero que gloria aun mayor es perdonarse a sí mismo! Si no me perdono, si no me olvido, si me juzgo, si me condeno y no me exculpo, me aferro al dolor, a la necesidad de sufrir, a la culpa, y consecuentemente, espero el castigo o el mal karma. ¿Y qué puedo crear, en que puedo creer, como puedo crecer si me aferro al dolor, a la culpa y al sufrimiento que conllevan los supuestos errores cometidos en un pasado sobre el cual ya no tengo ningún imperio? ¿Qué ha ocurrido en la historia de la humanidad cuando los hombres han erigido ideologías, religiones y filosofías basadas en el dolor, el miedo y la culpa?

Se cuenta que en una ocasión, un prisionero de un campo de concentración le preguntó a otro: ¿has perdonado a los nazis? Y este le contestó: ¡nunca! El otro le respondió: ¡entonces, aun te tienen prisionero!

Los sufíes dicen: "El enemigo está agotado de ti". Y busca también su redención, su absolución, su perdón. Pues el perdón libera al que es perdonado y con frecuencia también al que perdona. Los Evangelios dicen que el propio Jesús el Cristo perdonó a sus verdugos, pues como la mayoría de de los hombres, en todas las épocas, reinos y dimensiones de consciencia, no sabían lo que hacían.

¡Qué fuerza tan extraordinaria, que alquimia sublime del Amor glorificado y expandido, y que belleza del corazón secreto se encuentran en el perdón! El perdón permite que nuestro corazón se rompa por todos los corazones que rompió, y la redención que surge de ese acto de compasión dinámica lo reconstruye despacio, fragmento a fragmento, para resucitarlo a la verdadera vida como el cuerpo desmembrado de Osiris, de Orfeo o de Mitra.

El poeta inglés William Blake dijo: "Es más fácil perdonar a un enemigo que a un amigo", pues del amigo solo esperamos comprensión, apoyo, y afecto, y del enemigo aguardamos solo lo peor, la traición, el oprobio o el ataque. Así que el desafío del discípulo, del verdadero buscador espiritual es perdonar también a su amigo, a su hermano, indultarle de las ofensas, de los actos y aún de los pensamientos, antes incluso de que los realice.

El perdón del corazón es una suerte de presagio del Cielo en la Tierra que no puede ser provocado, pues llega a veces como el deletéreo vuelo de una Presencia angelical que nos acerca al misterio insondable de la Gracia. Como consecuencia de la llegada de esa bendición sutil, es perdonado lo imperdonable, es olvidado lo inolvidable, es amado lo poco amable y es redimido lo irremediable.

Sueño con el día en que el ángel dormido que soy yo, tenga el valor de erigirse ante la Presencia de Dios, y pedir perdón en nombre de todos los seres sensibles, por los millones de años de separación de la Luz y del Amor.

Así, concluyo que el Cielo en la Tierra ha de edificarse sobre la misericordia, la compasión y el perdón, y que todo, absolutamente todo, ha de ser perdonado.

Siddharta el Buda nos aconsejó: "Sed como el sándalo que perfuma la hoja que le infiere corte". Y el escritor Mark Twain dice en uno de sus poemas:

"El perdón es el perfume
Que la violeta deja
en el pie que la pisa".

Bibliografía:

(1) Le Maître Philippe de Lyon, Thaumaturgue et Homme de Dieu", por Philippe Encause. Ediciones Tradicionales, Paris, 1985.
(2) "El Maestro Philippe", de Alfred Hael. Ediciones Escuelas de Misterios. Barcelona.
(3) "Un año de Vida" de Stephen Levine. Ediciones Libros del Comienzo.
(4) "La Sabiduría del Perdón". S.S. Dalai Lama. Ediciones Oniro.
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Santo Real Arco de los Sacerdotes Caballeros Templarios


SANTO REAL ARCO DE LOS SACERDOTES CABALLEROS TEMPLARIOS

La Orden del Santo Real Arco de los Sacerdotes Caballeros Templarios, conocida como The Order of Holy Royal Arch Knight Templar Priests. Se remonta a las antiguas ceremonias de los Caballeros Templarios en Irlanda en 1755, retomada en 1800 en Escocia - Kilmarnock extendiéndose a Glasgow y Edimburgo. A finales de 1870 la Gran Logia Unida de Inglaterra, acuerda establecer un Gran Consejo de Grados Masónicos Aliados con cede en el Mark Masons’ Hall, de este modo nació el Gran Consejo, que conocemos hoy en día como Gran Consejo de los Grados Masónicos Aliados de Inglaterra, Gales, y los Distritos y Consejos de Ultramar. El 23 de marzo 1894, Henry Hotham, prominente masón fue el último sacerdote instalado Maestro y conocido Caballero Templario, admitiendo a nueve caballeros en la Orden (bajo la autoridad de las reglas originales de la Orden).

El desarrollo de la Orden fue muy lento al principio, pero pronto comenzó a adquirir su forma actual internacional, con los Tabernáculos Nueva Zelanda en 1930, 1942 y 1944 y Australia unos años más tarde. En 1931 el Gran Colegio H.R.A.K.T.P. de la Gran Logia Unida de Inglaterra, patrocina la creación de la Orden en los Estados Unidos de América como una autoridad independiente y regularmente reconocida hasta nuestros días, el número de tabernáculos ya supera los 200 extendió por toda Inglaterra, Escocia, Gales, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Sudáfrica, Bahamas, Hong Kong, Holanda, Alemania y Jamaica entre otros.

Débase agregar que los miembros de este máximo Grado de Knight Templar Prists (K.T.P. o Sacerdote Caballero Templario) se reúnen en Tabernáculos y la cantidad de estos depende del numero de Encomiendas Templarías activas en cada país. Pudiéndose llegar a tan honorífica condición, si se posee los siguientes requisitos:
Ser miembro activo de una Logia Simbólica, regularmente reconocida.Haber sido Venerable Maestro Instalado.Ser miembro de un Capitulo del Arco Real, regularmente reconocido.Ser Caballero Templario o grado 32º del REAA., habiéndose destacado por sus obras en defensa del ideal iniciatico, de la Preceptoria Templaría y el ser humano.Por ser una Orden honoraria y por invitación, no puede ser solicitada la afiliación. Los miembros son seleccionados y extendida especial invitación del Gran Colegio H.R.A.K.T.P. de Inglaterra sobre la base de un rendimiento excepcional, siendo el límite de titulares en un tabernáculo de 33 miembros.Para una mayor comprensión en referencia a este tema masónico les brindamos una comparativa entre los dos ritos más practicados universalmente el “Rito Escocés Antiguo y Aceptado” y el “Rito York” y sus grados.




La masonería caballeresca es la cúspide formativa del Rito de York, teniendo como principio que la educación espiritual constituye el soporte de la existencia humana. Tras observar esta comparativa en referencia a los niveles de los grados masónicos, apreciamos que el Grado 33º “Soberano Gran Inspector General” del Rito Escoses Antiguo y Aceptado es equivalente al Grado de “Knight Templar Priests” del Rito York, considerándose como el non plus ultra de la Masonería Templaría.

DE LOS LANDMARKS O DE LO MASÓNICO DE LO MASÓNICO


DE LOS LANDMARKS O DE LO MASÓNICO DE LO MASÓNICO

Por Iván Herrera Michel


Acostumbra la Federación Colombiana de Logias Masónicas celebrar al final de cada año un Conversatorio sobre temas Masónicos y sociales, y el correspondiente a 2014, entre otros, incluyó un panel sobre “Los Landmarks”, que desarrollaron con admirable altura conceptual las Masonas y los Masones que asistieron.

Como quiera que es un tópico sobre el que me consultan con frecuencia los Masones, peguntando si los Landmarks del pasado son aplicables al presente de la Orden o si podrán sobrevivir a los grandes cambios que estamos viviendo, quiero referirme a ellos rápidamente y de paso aprovechar para contestar algunos correos.

Así las cosas, lo primero que quiero dejar sentado es que la discusión está muy mal planteada en estos términos. Los Landmarks Masónicos siempre han sido los mismos desde 1721 en que introdujeron en Londres el concepto. La naturaleza británica de su noción es la del derecho consuetudinario no escrito basado en referentes doctrinales e inspiradores, y por lo tanto al codificarse en un sistema normativo escrito de estirpe grecolatina pierden su función evocadora de principios y valores.

Es decir, que la concepción de límites de la Masonería surge en el seno de la tradición jurídica del norte de Europa cimentado en usos y costumbres, lo que otorga al interprete capacidad para innovar y sentar precedentes en obligada aplicación de su propia jurisprudencia en los casos no previstos o que se aparten de las costumbres.

Esta claridad es fundamental, para su estudio.

Los Landmarks son los bordes sistemáticos que delimitan lo Masónico. El problema surgió cuando a la pregunta

Portada de las Constituciones de Anderson de 1723
“¿Cuáles son los límites que la hacen única a la Orden?”, en los Estados Unidos más de un siglo después de aparecido el término respondieron con más de 30 listados diferentes de normas positivas, diseñadas especialmente para regir en adelante la Masonería en nombre de una antigüedad “inmemorial” que en honor a la verdad no tenían.

De hecho, para la Gran logia Unida de Inglaterra, en sus 8 “Principios Básicos para el Reconocimiento de Grandes Logias” de 1929, “los principios de los antiguos Landmarks y los Usos y Costumbres de la fraternidad, deben ser estrictamente observados”. Sin precisar que o cuales eran.

Posteriormente, en 1989, cuando fueron revisados y nuevamente redactados esos 8 “Principios Básicos…”, los ingleses concretaron un poco más lo que debía entenderse por “Landmarks” disponiendo que “ella deberá adherirse a los principios establecidos y a los Usos (los antiguos Landmarks) y Costumbres de la Orden, e insistir en que ellos sean observados en sus Logias” (“It must adhere to the established principles and tenets (the ‘Ancient Landmarks’) and customs of the Craft, and insist on their being observed within its Lodges). Del texto se desprende claramente que los Usos son los Landmarks.

De la palabra Landmark no existe constancia de que se hubiera utilizado en los gremios de constructores antes de 1717. Ninguna de sus reglamentaciones hace uso de ella. Aparece en la Masonería moderna en 1721 en los reglamentos compilados por George Payne, cuando dice: “Cada Gran Logia tiene autoridad para modificar este Reglamento o redactar otro en beneficio de la Fraternidad, siempre que se mantengan invariados los antiguos Landmarks“. En las Constituciones de Anderson de 1723 se usó por segunda vez en la frase “que los principios de los Landmarks, usos y costumbres del oficio sean estrictamente observados”. Pero ambos documentos dejaron el concepto sin precisar. Tampoco lo hicieron las reformas inglesas de 1738 y 1813 cuando emplearon la palabra..

Por su lado, la Masonería de los Estados Unidos de la segunda mitad del siglo XIX se caracteriza por la multiplicación de listados escritos de “auténticos, universales e inalterables Landmarks”. Algunos con más éxitos que otros.

Para la Masonería europea continental el tema nunca ha despertado mayor interés. De hecho, los Reglamentos de 1773 con los que se organiza el Gran Oriente de Francia, que es el gran referente de la Masonería liberal, no menciona la palabra. Ni siquiera traducida al francés (borne).


Roscoe Pound
La teoría más aceptada por los estudiosos e historiadores, coincide con la del norteamericano Roscoe Pound, Diputado Gran Maestro de la Gran Logia de Massachusetts en 1915 y Decano de la Facultad de Leyes de Harvard entre 1916 y 1936, que sostiene que cuando George Payne y James Anderson se refirieron a los Landmarks, no pensaron en ninguna “ley inmemorial” sino en una expresión genérica que sonara bien en esa época, y la incluyeron sin preocuparse demasiado por su significado.

El hecho cierto es que Roscoe Pound estuvo muy afortunado cuando escribió en su libro “Jurisprudencia Masónica” en 1919, que "tanto si usamos el término Landmarks como si no, ellos coinciden con la idea que se nos ha hecho familiar bajo ese nombre”, porque los concibamos cómo los concibamos, todos comprendemos en que consiste “lo Masónico de lo Masónico”.

Dependiendo de dónde y cómo se viva se hace Masonería de una cierta manera. Se asume el mundo Masónico en un cierto número de formas distintas. La cultura influye. Influye en cómo nos comunicamos, en cómo nos movemos o en lamanera en que pensamos en los Landmarks. Es importante que cuando pensemos en la Masonería, no hablemos de una gran institución global, porque no existe. Cuando se ve en el mapa y se escucha a los Masones se descubre que somos diferentes.


Para el pensamiento Masónico, lo abstracto de los conceptos no escritos no es excusa para no advertir que los alcances de la responsabilidad frente a la tradición, los usos y las costumbres, es lo que en definitiva constituyen los Landmarks de la Orden, y que estos son consustanciales con el multilateralismo en que nació inmersa en 1717.

8º ENCUENTRO CIMAS 4º FASCREAA 20 al 24 de Agosto del 2015 Cajamarca - Perú

CONFEDERACION INTERAMERICANA DE MASONERIA SIMBOLICA

CIMAS AMERICA

8º ENCUENTRO CIMAS
4º FASCREAA
20 al 24 de Agosto del 2015
Cajamarca - Perú



I N V I T A C I Ó N

CIMAS Y LA GRAN LOGIA ORIENTAL DEL PERÚ; INVITAN A LOS II.·. y QQ.·. HH.·. PARTICIPANTES DEL 8º ENCUENTRO DE CIMAS Y 4ª ASAMBLEA FASCREAA A PRESENTAR SUS PONENCIAS REFERIDAS AL TEMA: “LOS FRANCMASONES FRENTE A LOS DOGMAS Y DOCTRINAS DEL TERCER MILENIO: LA LIBERTAD COMO DEBER”.

Las ponencias y exposiciones las pueden presentar todos los asistentes, sean o no miembros de CIMAS; sin distingo del grado masónico.

Sírvanse hacer llegar vuestras ponencias a las siguientes direcciones:
(gloperu58@hotmail.com, encuentrocimas.2015@hotmail.com,) hasta el 15 de agosto.
Para las exposiciones se contará con el medio audio visual (proyector multimedia)




Fraternalmente.

La comisión Organizadora.

8º Encuentro de CIMAS a realizarse en la ciudad de Cajamarca- Perú; los días jueves 20, viernes 21, sábado 22, domingo 23 y lunes 24 de Agosto del 2015;

gloperu.
A.·.L.·. G.·.D.·. G.·.A.·. D.·.V.·.
GRAN LOGIA ORIENTAL DEL PERÚ
Fundado el 31 de Marzo de 1977 e.·.v.·.

Miembro Fundador de la Confederación de Grandes Logias Masónicas del Perú,
Miembro de CIMAS y CLIPSAS.




Valle de Cajamarca, 18 de Diciembre del 2014

Ilustres Grandes Maestras y Grandes Maestros de las Potencias Miembros de CIMAS,
Ilustres Grandes Maestras y Grandes Maestros de las Potencias Amigas
A las Respetables Logias, Ilustres Dignatarios,
Muy Queridas Hermanas, Muy Queridos Hermanos

En sus Valles y Orientes:

A nombre del Comité Central de la Gran Logia Oriental del Perú, organizador del 8º ENCUENTRO DE CIMAS, os expreso mi fraternal saludo y manifestarles mi deseo que la paz, armonía y fraternidad sea el común denominador entre vosotros.

El motivo de la presente es para hacer de vuestro conocimiento la oficialización de las fechas de nuestro 8º Encuentro de CIMAS a realizarse en la ciudad de Cajamarca- Perú; los días jueves 20, viernes 21, sábado 22, domingo 23 y lunes 24 de Agosto del 2015; los que oportunamente fueron gestionados y coordinados por nuestra Obediencia anfitriona y debidamente aprobados por el Directorio de CIMAS.

En razón a ello, extendemos nuestra fraternal INVITACIÓN a los Dignatarios de todas las Potencias Miembros de CIMAS, de Potencias y Logias amigas, de Hermanos y Hermanas y amigos de diversos países y regiones.
Es nuestro deseo y anhelo la asistencia y participación fraterna de vosotros con sus opiniones, experiencias y enfoques particulares; los que sin duda contribuirán a enriquecer y fortalecer este importante evento Masónico Americano.
Estamos seguros, que tendremos la oportunidad de compartir gratos e inolvidables momentos de amistad y fraternidad, en nuestras actividades Masónicas, Culturales, Sociales y Turísticas que venimos preparando con mucha alegría y entusiasmo; tal como viene sucediendo en los anteriores Encuentros de CIMAS.
TAF.·.
Walter Vargas Portocarrero
Presidente Comité Central
CIMAS-GLOPERÚ
Nota: El programa y formulario de inscripciones, oportunamente les haremos llegar.
Punto Geométrico: Jr. Junín 777, Cajamarca – Perú – América del Sur
E-mail: gloperu58@hotmail.com